Las condiciones ambientales no solo determinan la época de brotación, sino que son también responsables, en gran medida de la intensidad y distribución de las flores. Aspectos como las bajas temperaturas, déficits hídricos y la luz, son algunos de los requisitos para que ésta tenga lugar.
El control de la floración es requisito indispensable en muchos casos para aumentar la cuantía y la calidad de las cosechas. Este control debe entenderse en sentido amplio y abarca tanto su inhibición como su estímulo, lo que depende de las exigencias de cada variedad. Así, aquellas que después de una cosecha abundante florecen insuficientemente requieren de tratamientos encaminados a aumentar la floración, mientras que aquellas que tienden a florecer muy abundantemente exigen tratamientos capaces de reducirla.
Entre las principales técnicas para estimular la floración destacan la aplicación de urea, el estrés hídrico, el rayado, la anticipación de la época de recolección, así como la poda pueden influir en la cantidad de flores para la próxima campaña.
Los tratamientos para controlar la floración de los cítricos se presentan como una técnica útil para corregir la improductividad de aquellas variedades cuya elevada intensidad de la floración compromete el cuajado, y para mejorar la calidad del fruto. Con ello, se logra pasar de intensidades de floración altas a intensidades de floración medias, pudiéndose mejorar la productividad directamente o mediante técnicas de cuajado adecuadas. Este aumento del número de frutos constituye el mejor control de la floración para años posteriores.
Estos tratamientos deben realizarse durante el reposo del cítrico. Un tratamiento de Ácido Giberélico (25 mg./l.) reduce la floración hasta un 50% en los casos mas graves.
Fuente: Citricultura de M.Agustí
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